Afirmamos nuestra fe en un Dios,
que es Padre, que es Hijo y que es Espíritu.
Creemos que el Espíritu es la energía
que revitaliza a toda comunidad.
Sin el Espíritu estamos solos, vacíos.
Sin el Espíritu nos sentimos desanimados, tristes.
Sin el Espíritu estamos muertos.
Por eso, pedimos juntos:
Señor, sopla en nosotros tu Espíritu de vida.
Creemos que el Espíritu da gracia, movimiento, fuerza;
que el Espíritu genera posibilidades, abre perspectivas;
que el Espíritu motiva y plantea desafíos.
Confesamos que el Espíritu impulsa al testimonio
y que una comunidad que no proclama
es una comunidad que se ha vaciado del Espíritu de Dios.
Por eso, pedimos juntos:
Señor, muévenos con la fuerza de tu Espíritu.
Confesamos que sin el Espíritu
no es posible la verdadera alegría,
que sin el Espíritu no es posible sonreír ni cantar,
que sin el Espíritu no es posible hallar la dicha de Jesús,
que sin el Espíritu no es posible vivir en la luz.
Por eso, pedimos juntos:
Señor, alégranos con el soplo de tu Espíritu.
Creemos que el Espíritu señala los caminos
por los cuales llegar a la verdad,
a la vida en plenitud, a la justicia, a la paz.
Creemos que el Espíritu nos enseña a vivir la solidaridad,
a vivir en armonía, a perdonar y a recibir el perdón,
a ser parte de una comunidad
que se acepta, se respeta y crece
hacia la madurez de la fe.
Por eso, pedimos juntos:
Señor, renuévanos con el poder de tu Espíritu.
Afirmamos que el Espíritu concede sueños
y abre la mente a horizontes nuevos,
animando a quienes lo reciben
a vivir en la esperanza de tiempos mejores.
Por eso, pedimos juntos:
Señor, danos los sueños de tu Espíritu.
Gerardo Oberman
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