En la Palabra hay vida
(Gerardo Carlos C. Oberman)
“De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz.” (Juan 1:4)
En la Palabra hay vida.
En aquella Palabra que supo ser llanto y balbuceo,
que luego fue risa y juego y grito y canción,
que más adelante fue proclamación
de la ternura y de la calidez de una divinidad
cuyo proyecto salvífico es incluyente,
abrazando desde la gracia todas las diversidades.
En la Palabra hay vida.
Y esa Palabra fue, mientras la dejaron ser,
compasión y bendición, profecía y llamado,
oración y desafío, denuncia y promesa.
Y, aún muda, en gestos y en acciones,
nos habló de la potencia transformadora
del Verbo conjugado desde la empatía
y la solidaridad con el pueblo humilde,
con la gente sencilla y lastimada
por los poderes que jamás entenderían
el lenguaje revolucionario del amor.
Frente a las palabras falsas y mentirosas,
ante a cada sonido que ofende y hiere,
al oír al coro repetidor de tantos viejos odios,
ante las voces aduladoras de proyectos de muerte
y frente a los silencios cómplices y cobardes,
cuando aparecen la descalificación y la violencia,
cuando las palabras dejan de abrazar derechos
y pierden su capacidad de humanizar la vida,
acudamos a aquella Palabra vivificante
para nutrirnos de aquella Voz perenne
que nos recuerda, sin cansancio,
la melodía eterna de la insurrección.
Somos herederas y herederos
de aquella Palabra viva,
cómplices de aquel Verbo palestino,
ecos de aquellos sonidos liberadores
que despertaron la conciencia popular
y encendieron la esperanza y los sueños
de otras sociedades posibles
donde florezcan la justicia y la paz.
Porque también en nuestras palabras
anida, porfiadamente,
el germen evangélico de la vida.
Gerardo Carlos C. Oberman
Imagen: The Word become flesh, por Mammen Ninan
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.