Cómo alegrarse en Dios.
Por Glenda Martínez, Cuba.
Reflexión para 3er domingo de Adviento, basada y acompañada de una relectura del texto de Filipenses 4:4-7
Flp 4, 4-7
Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Adviento III
Cómo alegrarse en Dios,
Si la benevolencia que del mundo recibo
son mis pies descalzos y mi mesa vacía.
Cómo alegrarse en Dios,
Si la inquietud de tantas consignas huecas llenan los templos,
Y es el odio a los cuerpos lo que sale de la biblia.
Como alegrarse en Dios,
Si mi oración parece arañar en la garganta, atragantada por el miedo,
derrotada por la indiferencia de mi prójimo,
mutilada junto a las voces de tantas mujeres que no pueden clamar por su dignidad.
Cómo alegrarse en Dios,
Si hay luces de muerte cruzando los cielos de infancias inocentes,
Y el terror parece encontrar tierra fértil a su paso.
Que este adviento entonces nos
levante con su morado de lucha,
Con sus vientos de cuidados,
Con con su dulzura de flor,
Para que ese Dios encarnado abrigue el frio de mis pies, multiplique granos en mi mesa,
Ponga verdad en las palabras,
y celebre en nuestros huesos su promesa de plenitud.
Que este adviento nos levante con su certeza de aurora,
Con su premonición de manantial
Con su salto de fe,
Para que ese Dios encarnado
Ponga voz en todas las gargantas,
Escueza los miedos que nos separan de la justicia,
Nos nazca del tajo sangrante retoños de dignidad,
Y afirme la paz como derecho de vida de todas las infancias…
Para que pueda entonces,
nuestra esperanza,
alegrarse siempre en Dios.
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