Las 7 palabras de Jesús en la cruz: preguntas y certezas
Rev. Rebeca Montemayor López, México
I
¿Qué se siente perdonar?
Brotaron de su corazón
mil mariposas
y se posaron sobre las voces
de una multitud que -sin saberlo-
florecían… ¿o se incendiaban?
Fue su palabra, ésta,
la espada que atraviesa,
y el lirio que canta en los ríos;
de cárcel a campo abierto.
Antes de El no había camino;
él lo inaugura.
Su cruz abre veredas y cruza montañas,
cambia destinos.
II
¿Cómo será estar en el paraíso?
Le hizo una promesa que cambió
su muerte en vida.
El paraíso, ¿será el cielo de calles de oro?
¿geografía al que cada humano
le pone su rostro y etiqueta?
¿es norte o sur…?
Si en el último aliento,
antes del precipicio,
una luna llena ilumina la noche,
y se incendian sus huellas en medio
del mar, si quedan cerradas las heridas,
y un canto nuevo rompe el silencio,
el paraíso ha nacido en el corazón.
Su cruz, paraíso de luz,
antorcha y presencia que no se apaga jamás.
III
¿Por qué no se olvidó de ella?
Porque era un buen hijo (antes que ser Dios),
porque en el final se agolpaban
los recuerdos -desde Belén,
Caná, sus doce años…esta cruz-
porque hasta aquí
ella guarda todo en su corazón,
tánto que le duele el pecho.
Porque seguía amando…
desde las entrañas,
-con dolor y alegría-
así nacen las madres y los hermanos,
los de otras semillas, raíces y siembras.
En un mundo de huérfanos,
su cruz es la familia que se hereda,
hogar que se hace nido.
IV
¿Sentirse totalmente abandonado?
Completamente hombre,
con su carne y sus huesos quebrados,
con un dolor que traspasaba sus entrañas,
voz, agua ,sangre y gritos mezclados:
todas las muertes a cuestas.
-Del otro lado, el silencio de Dios
aturde, confunde y hiere-
Transita así el mundo y sus distancias,
sin puentes y sin cuerdas,
voces quebradas y enfermas…
Sentir que el Padre está aquí,
que su piedad escucha y ama.
Su cruz, que se hace puente,
tiene una sola dirección: hacia la Vida.
V
¿Morir de sed?
Una gota de agua le bastaba,
Mas comprobó cómo se prefiere
la hiel y el vinagre,
las espinas y la sangre.
El también era una voz en el desierto
pues sentía así el sol y la arena,
cómo bebían de su cuerpo y ahogaban su corazón;
cómo duele la sed que no se sacia,
la que no da lo que se pide…
¡cómo se muere de sed frente al torrente!
Beber de El,
es navegar en el agua de su océano.
Su cruz, fuente y cascada,
agua fluyendo…eternamente.
VI
¿Así acaba su vida?
Satisfecho de El, sabía por quién moría;
realizar la obra de su vida,
nunca costó tanto a nadie.
-un repaso
desde Belén hasta este Calvario-
Se descubre como red, con lazos y cuerdas
para todos los tiempos…
Sabe bien que así transita el corazón
como una red rota, destejida,
que se enreda,
se tropieza y se rompe la vida.
En El terminan los sueños inconclusos,
y las suertes echadas…
su cruz como red , une y sostiene
en las caídas, cura las heridas.
VII
¿Volver a casa?
Era el Hijo y moría…
sus últimas palabras, se agotan,
mueren también con la tarde:
“En tus manos …
será como volver a casa,
y sentarme en tu regazo;
papá, cómo me hace falta
el fuego de tu abrazo,
cárgame, soy un niño,
pero ya sin miedo.”
En Sus manos, de vuelta a casa,
como niñez confiada.
La cruz y Sus manos,
casa habitada de luz y bienvenida:
descanso…respiro.
Pastora Rebeca Montemayor López, México
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Las Siete Palabras De Jesús En La Cruz, Preguntas Y Certezas Rebeca Montemayor
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