ORACIÓN O GESTO DE INTERCESIÓN
TEXTO
Juan 9: 4-5 y 12 (Nueva Traducción Viviente)
Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió.
Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar; pero mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo.
12 —¿Dónde está él ahora? —le preguntaron.
—No lo sé —contestó.
GESTO
Juntar las manos, cerrar los ojos, presionarlos con los dedos. Abrir los ojos, abrir las manos, mirar, levantar los brazos al cielo y las manos al servicio de la humanidad.
REFLEXIÓN
Leemos en la Biblia la historia de Jesús curando a un ciego al que los discípulos querían condenar por pecador o hijo de pecadores. Jesús es confrontado por la oscuridad de una ceguera física y por la otra ceguera -que es conceptual- la de los discípulos a los que tanto les cuesta cambiar la lógica del juicio por la del amor. Y ante ellas y ellos Jesús se reafirma solidario y sanador, como una luz potente que brilla en medio de la oscuridad circundante, mensaje que Juan proclama fuerte en muchos momentos de su Evangelio.
Y la escena hermosa de la sanidad del ciego y de la comunidad -que hace evidente el amor y las misericordias de Dios hacia todas las personas- termina de una manera sorprendente con la gente preguntando “¿dónde está él ahora?” Pregunta que el curado no logra contestar.
Y nosotros hoy ¿sabemos dónde está Jesús? Si le estamos buscando ¿Dónde podemos encontrarlo? ¿Estará en las estructuras de cemento de un templo cerrado, o en el fondo de nuestros miedos, o detrás de nuestros prejuicios?
La respuesta ayer y hoy es la misma, Jesús está y se lo encuentra entre las personas que más lo necesitan.
Jesús está junto a las personas enfermas, está con quienes cargan su camilla, está con quienes llorando por la muerte de una persona amada, está con las y los de la orilla del camino, las y los invisibilizados que no tienen ni siquiera como protegerse de un virus, porque si no trabajan no tienen ni para llevar comida a sus casa, o porque viven en situación de calle, o porque cuando todos están encerrados nadie les lleva un plato de comida, o porque cuando hay que decidir a quien salvar, el respirador es para otro/a.
ORACIÓN
Juntemos nuestras manos, cerremos nuestros ojos y oremos al Dios de la vida, por ellas y por ellos, personas empobrecidas desde antes del virus. Oremos por los que meten el dedo en el lodo del mundo para sanar la enfermedad. En tiempos de COVID-19 oremos por las enfermeras, doctoras, médicos, salubristas, investigadores,
que están dando una batalla por la humanidad en los hospitales. Oremos por las personas que en tiempo de pandemia aún duermen en las calle y aún tienen hambre y sed de justicia y de pan. Oremos por las víctimas del coronavirus y las del dengue y las de la desigualdad que mata.
Y ahora abramos nuestras manos, pongámosla al servicio de Dios y de las personas que sufren. Toquemos con nuestros dedos los ojos cerrados y pensemos en todas aquellas hermanas y hermanos que ante tanta oscuridad esperan que alguien les trate con amor, y así poder mirar con esperanza un futuro nuevo donde todos puedan ver.
Abramos nuestros ojos y extendamos nuestra manos, miremos a nuestro lado, porque Dios cura nuestra ceguera para que en tiempo de pandemia brille en nosotros una límpida luz que ilumine la vida de quienes más sufren.
Levantemos nuestros brazos al cielo y pongamos nuestras manos al servicio de la humanidad para que Jesús esté en medio nuestro hoy y siempre; para que haya cuidados mutuos y distancias saludables, pero nunca un toque de queda para la solidaridad, ni para el amor.
Amén.
Pastor Jorge Daniel ZIjlstra Arduin
Iglesia Presbiteriana, Puerto Rico
Consejo Latinoamericano de Iglesias- CLAI
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