Paramos
por Gerardo Oberman
Paramos para escuchar la voz
De Jesús, que nos hace espacio a su lado
y nos anima y nos alienta a ocupar nuestro lugar
en el proyecto inclusivo y liberador de Dios.
Nos detenemos, como la samaritana junto al pozo[1],
para reclamar nuestro derecho al agua y a la plenitud,
a una vida justa y a la dignidad,
al respeto y a la aceptación de lo diverso.
Paramos porque no queremos más mujeres asesinadas,
porque pareciera que no aprendimos nada
desde que violaron, mataron y descuartizaron
a aquella mujer del levita[2].
Nos rebelamos ante los actos de agravio,
ante los insultos, ante las provocaciones,
ante los maltratos, ante las miradas perversas.
Y nos revelamos como lo que somos: mujeres libres,
dueñas de nuestros cuerpos, de nuestras decisiones
y de nuestros sueños y proyectos.
Paramos para solidarizarnos con la sirofenicia[3]
Y con todas las mujeres que luchan por sus derechos
y por los derechos de sus seres amados.
Nos detenemos en medio del trajín cotidiano,
como lo hizo María para oír a Jesús[4], para leer un libro,
para capacitarnos, para construirnos una vida,
porque elegimos no conformarnos
con los roles que tradicionalmente nos han asignado
desde culturas patriarcales.
Paramos para aprender de la Magdalena, que venció prejuicios,
que ocupó el espacio que otros le negaban,
que se hizo visible en medio de las invisibilizaciones[5],
que corrió más rápido que otros y que, sin temor alguno,
se animó a gritarle al mundo
que la luz le había ganado a la oscuridad,
que la vida había triunfado sobre la muerte
y que ninguna tumba podría jamás encerrar el proyecto inclusivo de Dios[6].
Paramos para hacer memoria de las mujeres grandes,
de las que abrieron caminos,
de las que sembraron semillas de mundos nuevos,
de las que pagaron con su sangre la defensa de nuestra dignidad,
de las que no negociaron con los opresores,
de las que no se dejaron manosear
y aún de las que, violentadas por la fuerza cobarde de los débiles,
no se dejaron arrancar su condición de mujeres libres.
Paramos porque no queremos ver más mujeres muertas,
porque no queremos que nos impidan ser lo que deseamos ser,
porque nos duelen los dolores de tanta mujer golpeada, violada, lastimada.
Paramos porque sentimos los gritos, porque oímos los llantos
y porque escuchamos los silencios de las que tienen miedo y son forzadas a callar…
Paramos porque es tiempo de decir: Basta.
Paramos porque es la única opción en medio de tanta hipocresía y tanta falsedad.
Paramos porque ya no creemos en los discursos, en las buenas intenciones, en las promesas.
Paramos porque no alcanza con expresar: “ni una menos”.
Paramos porque “vivas nos queremos”.
[1] Juan 4.
[2] Jueces 19.
[3] Mateo 15:21-28.
[4] Lucas 10:38-42.
[5] Mateo 16:6-13.
[6] Mateo 28:1-10.
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