«Relectura del relato de la creación en clave lúdica.»
Gerardo Oberman, Argentina.
(Resultado de un ejercicio durante un Taller de Liturgia organizado por el Centro Martin Luther King, en La Habana, Cuba. Noviembre, 2023)
En el principio era el desconcierto. Todo era confuso. Solo flotaban en el aire las preguntas sin respuesta.
Y la divinidad se asomó en medio del desconcierto e inventó el juego. Creó la pelota y la hizo girar y vio que los ángeles jugaban con ella.
FUE EL PRIMER DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
Luego creó luces de colores y las colocó aquí y allá para que nunca le faltara luz a quienes quisieran jugar.
FUE EL SEGUNDO DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
Y después creó los ríos y los mares, las montañas y los valles para poder disfrutar de la naturaleza y jugar con el viento.
FUE EL TERCER DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
Creó después la guayaba y el coco y el mango y la piña para poder degustar la fruta dulce a la hora del descanso.
FUE EL CUARTO DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
Y creó al pájaro y al delfín, al canguro y a la rana, para que en sus sonidos y movimientos encontráramos alegría.
FUE EL QUINTO DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
Al sexto día te hizo a ti, me hizo a mí y a muchas personas más y nos llamó pueblo, familia, comunidad.
FUE EL SEXTO DÍA Y LA DIVINIDAD CREADORA DIJO QUE FUE BUENO.
¿Y el séptimo día?
El séptimo día no descansó, ¡qué va!
Eso lo inventaron los ángeles grises y aburridos, los Caínes envidiosos de quienes disfrutaban de lo creado y lo siguen repitiendo quienes creen en dioses eternamente sentados en tronos de oro frío.
No, ese día, el séptimo, la divinidad salió al parque, tomó la pelota y jugó como un niño travieso, feliz de la obra de sus manos, porque ese era el mundo que siempre había soñado, el mundo que aún sigue soñando.
ESE DÍA, EL SÉPTIMO, FUE LA FIESTA DE LA VIDA.
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