«Trinidad en el Camino»
Por Dan González-Ortega.
Aún no puedo oírlo todo,
dice el Maestro en el viento,
hay verdades que sólo se aprenden
bajo soles ardientes,
en caminos polvorientos,
con los pies heridos de frontera.
El Padre sueña con tierra nueva,
campo sin muros ni guardias,
pan sin miedo, agua sin precio,
y cobijo sin condición.
El Hijo camina a nuestro lado,
rostro moreno de jornalero,
voz que calma al niño asustado,
mano que levanta a la caída,
cuerpo roto en mil fronteras,
alma viva en cada exilio.
La Espíritu sopla en la madrugada,
cuando la caravana despierta,
cuando el corazón duda y tiembla,
cuando el camino parece rendirse;
sopla y dice: «Sigue…
porque el Reino también va contigo,
aunque nadie lo vea todavía.»
Tres rostros, una sola Divinidad,
Dios de exilio, Dios del regreso,
Dios de quienes sueñan con hogar
aunque no tengan techo ni tierra.
Trinidad en el éxodo,
Dios que habita la carpa y el tren,
el albergue y la calle,
el túnel y la estación.
Oh Dios sin frontera ni pasaporte,
enséñanos a amarte en el migrante,
a verte en los pies cansados,
en la mirada que no pierde esperanza,
en la palabra que rompe el miedo.
Que en este mundo de muros y alambradas,
seamos comunidad trinitaria:
manos que acogen, voces que consuelan,
puentes que unen.
Y cuando no entendamos el misterio,
bástanos saber esto:
Tú, Trinidad Diversidad,
eres compañía de camino
y pastor de las despatriadas.
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