Quiero
(A la luz de Marcos 1:40-45)
Gerardo Carlos C. Oberman
Quiero, ¡claro que quiero!
Si para eso he venido…
Quiero que nada ni nadie
te aleje nunca más de la posibilidad
de la vida plena y digna
que Dios quiere para sus hijos, hijas e hijes.
Ni la enfermedad más cruel
ni la más cruel de las discriminaciones.
Ni la desidia y el desamor de la familia
ni una teología que se ha desvestido de amor
ni las iglesias que predican prosperidades meritocráticas
ni el abandono y la ausencia de un Estado sometido
a la ambición económica de los poderes del mal
ni la insensibilidad de quienes no sienten tu dolor
o la cobardía de quienes notan lo injusto
pero callan, por temor a perder sus privilegios.
Quiero para ti la rebeldía ante la tiranía de la exclusión,
el grito atrevido travestido en súplica y en reverencia,
la búsqueda perseverante de la liberación,
el reclamo insistente por aquello que hace buena la vida,
la insumisión frente al dolor, frente a la muerte lenta del abandono,
la osadía de atravesarte en el camino de la divinidad
para darle oportunidad a la compasión que sana y que restaura.
Quiero para ti lo que te ha sido arrebatado
y que te pertenece por derecho humano.
Quiero para ti
un cuerpo y una conciencia libres,
una comunidad que te abrace y que te incluya,
la conciencia despierta y el alma serena,
las manos siempre abiertas y la mirada límpida,
la esperanza de quien ha renacido
y la alegría de quien se sabe amado, amada.
Quiero, ¡claro que quiero!
Porque para eso he venido
y porque, desde siempre y para siempre,
te quiero.
Gerardo Carlos C. Oberman
Imagen: Christ heals the leper, Vrindaji Bowman
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